Descubrimiento inquietante

  1. Hoy, por un rato, soy cristal. Sí, cristal de ventana, vulgar y corriente. Es una experiencia interesante, ser traslúcido, sentir que las miradas te atraviesan, simular un no existir. Cuidado, no puedo ponerme metafísico, la metafísica es sólo para aquellos que tienen alma, los sesudos, notarios, procuradores de tribunales, gentes así. El resto y con ellos nosotros los cristales no gozamos de ese artilugio y por lo tanto no somos metafísicos. Los cristales somos humildes, muy humildes, alegres, divertidos. Somos... como los colibríes. Ellos también son alegres, sencillos, divertidos, libando sin descanso con ese alegre vuelo adelante, atrás, inmovilidad y otra vez empezar. O como esas semillas tan ligeras y hermosas que penden de un tallito coronado por una pelusilla, como pequeños helicópteros, que viajan llevando su belleza y alegría a través del espacio hasta que encuentran un sitio que les parece apropiado para descansar y se dejan caer. Así, así, somos los cristales. Nos divertimos con pequeñas bromas. A veces recogemos la luz que nos atraviesa y la transformamos descomponiéndola y proyectando pequeños arco iris en las habitaciones para alegría y gozo de los pequeños, que son los únicos que también disfrutan de las cosas humildes. Y la luz no se enfada, ella también disfruta con esas sencillas travesuras.

He dejado de ser cristal, tengo que salir. Bajo por las escaleras en penumbra. Trac, trac, trac, trac, suenan los pasos en los escalones. Hum, hum, la oscuridad también tiene su sonido. Se mezclan, trac, hum, trac, hum, y van poniendo música casi bailable a mi descenso. Lástima que no haya nada en los oscuros rincones. Sería delicioso encontrarse con seres habitantes de la oscuridad y poder saludarlos al ir bajando: trac, hum, buen día, trac, hum, trac, hum. Sigo descendiendo. Flassss. Al doblar el recodo, la luz de la calle que penetra por el portal, me deslumbra. Quedo iluminado, que bonita palabra, iluminado, iluminati, iluminados, visionarios, visiones, una visión, una maravillosa visión. Un helado de pistacho. Un enorme cucurucho relleno de delicioso helado de pistacho. Y está allí, en la esquina, en la heladería italiana de la esquina. Allá voy, apartar malandrines de mi trayecto, no oséis interrumpirme, que la recompensa helada me espera. ¡Huy!, a punto he estado de pisar un zurullo de perro. Aunque... no miraré atrás, pero creo que no era un zurullo normal, por un momento me ha semejado una milagrosa aparición, Verdú descendido en forma mortal a la Tierra.

Una doble columna de hormigas cruza de lado a lado la acera. Tengo que tener cuidado de no pisarlas. Debo practicar ahimsa, puedo ser hormiga en una futura encarnación. Sería hermoso ser hormiga, Son bellas, equilibradas, proporcionadas. Me agacho pero no las distingo bien. Luego, en el parque, donde me puedo revolcar por la tierra, me acercaré a un hormiguero para contemplarlas un poco, en sus idas y venidas, atareadas, meticulosas. Sí, será hermoso ser hormiga, dar de comer a los pequeños pulgones, lo que debe consistir en la gran satisfacción de cualquier hormiguita, su realización como si dijéramos. El equivalente a la sexualidad humana. Ya lo experimentaré si en verdad me reencarno como hormiga. Lo que no quisiera ser es reina, que aburrimiento, siempre en la cámara, sin salir a recolectar hojitas, pasear en columna, encontrarte con compañeras, saludarte frotando las antenitas.

Dejo atrás mis hormigas y continúo la ruta hacia mi visión. Con que alegría pido el cucurucho al amable heladero. Observo con avaricia como lo rellena, que no se pierda ni un grano del dulce placer frío. Vuelvo a la calle. Camino con cuidado, lamiendo con fruición, lametazo va, lametazo viene, girandolo para igualarlo por todas sus partes, deleitándome con el frescor, dulzor y color, porque hay que decirlo, el color también toma parte en el ritual de saborear el helado.

Esto es la felicidad. Los filósofos y otros muchos personajes y personajillos han dedicado horas, días, años, vidas enteras en pensar, discutir, escribir sesudos tratados, definiendo, analizando, desmenuzando, la felicidad. Qué estúpidos. La felicidad es un cucurucho de helado de pistacho.